Obsolescencia programada
Desde hace tiempo se oye un rumor que va sonando cada vez más fuerte, un rumor que podría ser una triquiñuela económica que afecte de gran manera a nuestras vidas: la obsolescencia programada.
Si hace tiempo nos imaginábamos la sociedad del futuro como un lugar donde las tecnologías habían avanzado increíblemente y que se habían logrado increíbles progresos electrónicos, parece que nuestro rumbo está siguiendo algo diferente, en parte: la calidad. Y digo sólo en parte porque es evidente el nivel de complejidad a la que estamos alcanzando en diferentes aspectos como la astronomía, la medicina, la informática, la electrónica y los electrodomésticos inteligentes… Pero si hablamos de la calidad de un producto, hay que tener en cuenta diferentes aspectos, y entre ellos está la duración.
Los aparatos fabricados actualmente tienen el potencial de tener una vida útil muy muy larga, sin embargo una lavadora o un frigorífico dura 10 años, cuando hace tres décadas duraban casi el doble. Y eso que estamos hablando algo tan rudimentario como un frigorífico, que casi todo su funcionamiento se basa en mecánica y no tanto en electrónica. ¿Pero por qué ahora recurrimos más frecuentemente al servicio técnico para su reparación? ¿Ya no sabemos trabajar como antes? ¿Hemos abaratado tanto la mano de obra que la calidad ha bajado? ¿O hay algo más detrás de esto?
La respuesta es más conspiratoria, si me permitís usar la expresión: un producto que se estropea antes, obliga a los consumidores a volverá comprarlo antes.
Esto podría limitarse a aspectos comunes como el desgaste de piezas o partes de una máquina que se averían por un uso normal del usuario, pero va más allá, se están incorporando informáticamente funciones de “auto apagado” para que el aparato o electrodoméstico deje de funcionar llegado un punto, que puede ser por tiempo o por repetición. Por ejemplo: impresoras que por arte de magia dejan de funcionar tras un número determinado de impresiones, móviles cuyas baterías mueren tras unos meses concretos de uso, lavadoras que dejan de girar tras una cierta cantidad de revoluciones del tambor… Lo tienen fácil los productores, sólo deben usar su imaginación para poner fecha final a la vida útil de cualquier cosa que produzcan. Y como todo lo fabricado comienza a incorporar un programador o diminuto ordenador dentro, la idea se vuelve aún más fácil de implantar.
Pero no sólo murmuran esto unos cuantos paranoicos que deambulan por internet, sino que está siendo hablado también por los periódicos digitales y los telediarios en la televisión. Incluso por parte de ciertos organismos gubernamentales se ha hecho mención del tema, como en el caso de Francia. Es en realidad una treta más del consumismo que hemos creado y dentro del cual estamos sumergidos, en parte todos somos culpables. Algunos por comprar constantemente sin necesidad, y otros por cegarnos y vendernos todo lo que puedan. Por supuesto, si no tenemos dinero suficiente para comprar otro de sus productos, las propias marcas nos ofrecen encantados su servicio técnico de reparación.
Sobre el tema hay un documental muy interesante que aporta datos concretos y que es ameno de ver, lo emitió TV1 hace tiempo pero sigue estando disponible en YouTube y también en la página web oficial del canal. Os recomiendo mucho su visionado, quizás aporte a controlar vuestros impulsos consumistas la siguiente vez que es tiendan el anzuelo ;)
Aquí está: http://www.rtve.es/television/documentales/comprar-tirar-comprar/
* Es un poco off topic o anecdótico pero, personalmente, comencé a tomarme más en serio este asunto cuando por la más pura casualidad, se estropearon las baterías de dos móviles de familiares con un margen de diferencia de una semana. Parece que no es tan difícil que ocurriera, pero dejadme deciros que eran dos terminales pertenecientes a la misma compañía telefónica -de su marca fabricante de móviles- y que se habían comprado a la vez.
